Los libros tántricos describen nuestra época como el final del Kali Yuga, o Edad de la Oscuridad, un período que comenzó hace más de dos mil años. El Kali Yuga ha estado marcado por la corrupción y la dificultad, y, según los textos tántricos, ha sido una era durante la cual el poder femenino ha sido suprimido. Metafóricamente, la diosa hindú Shakti, que representa el principio femenino, ha estado durmiendo durante dos milenios. Existen varias teorías sobre esto. Una explicación es que el hombre tuvo miedo a la intensidad de shakti (poder energético) de la mujer, y de lo que éste era capaz (por ejemplo, de la creación), así que le condujo a una posición subordinada para suprimir ese poder de ella que tanto temía.
Aunque los historiadores difieren sobre la fecha exacta del comienzo del Kali Yuga, muchas autoridades creen que fue en el tercer o cuarto siglo anterior a la era cristiana, aproximadamente al mismo tiempo que el taoísmo llegó a su apogeo en China y el confusionismo empezaba a cobrar nueva popularidad. Lo que había sido un sistema político y social bastante igualitario empezó a cambiar. Si antes el emperador y la emperatriz gobernaban como iguales, ahora sólo el emperador era soberano. Similarmente, en el acto sexual tántrico taoísta el hombre empezó a asumir un nuevo papel. Aunque las técnicas originales tántricas requerían un intercambio de energías positivas y negativas, de yin y yan, igual entre el hombre y la mujer, el principio de la Edad de la Oscuridad vió como el hombre utilizaba la energía de su cónyugue para sus propios recursos y su longevidad, sin preocuparse de que ella se rehiciera. Por tanto, no es soprendente que la diosa prefiriera ponerse a dormir.
También en la India sucedió algo parecido: después de que el país fuera vencido por varias tribus guerreras, se dió un gran predominio de los hombres, cuya influencia acabó por imponerse a una sociedad que hasta entonces se había caracterizado por ser predominantemente matriarcal. Y por tanto esa fuerza que llamamos shakti, personificada por la diosa, dejó el poder que tenía y partió también hacia el ámbito de los sueños.
El amanecer de una nueva era
Ahora, al acercarnos a una Nueva Era, que el Tantra llama Satya Yuga, la Edad de la Verdad, vemos cómo los fuegos femeninos empiezan a brillar de nuevo. Creemos que la diosa comenzó a despertarse en los años setenta, durante el período que conocemos como Revolución Sexual, y aún está desperezándose. El interés de las mujeres por estar en forma física, por el ejercicio, por cuidar su salud, puede verse como una manifestación de ese desperezarse. Su cada vez mayor participación en la política, los negocios y el mundo espiritual es también una demostración de su aparición como una nueva fuerza en el mundo moderno.
Todo ello es movimiento que tiende a salir de la subconsciencia. Es movimiento hacia el mundo. La diosa abre los ojos. Sacude de sí la Edad de la Oscuridad; se sacude su sueño secular. Pronto saldrá a la luz, y su luz iluminará a toda la humanidad. Cuando esto ocurra, cuando las mujeres se despierten y se libere esta tremenda energía orgásmica al mundo, habremos llegado a la Nueva Era, la Era de la Verdad. Para las mujeres mismas, las diferencias serán tan grandes como la diferencia entre el día y la noche.
Por supuesto, una cosa es hablar metafóricamente, y otra hablar en términos reales. Esta cuestión del despertar de la diosa no es en realidad una cosa tan sencilla. Durante más de dos mil años de supresión, el fuego de las mujeres se ha enfriado. Ahora de pronto amanece la "Nueva Era", y las mujeres deberán haber evolucionado en muchos niveles, particularmente el sexual. No solo se espera que experimenten orgasmos fabulosos, además deberán ser múltiples. Esto es suficiente para poner nerviosa a cualquiera, especialmente a todas aquellas mujeres a las que no les es tan fácil experimentar orgasmos. "Eso está bien para la diosa", podría decir una mujer moderna, "pero y yo ¿qué?".
El hecho es que es preciso enseñar tanto a los hombres como a las mujeres a despertar la energía sexual de la mujer. Antiguamente, los tántricos aprendían con profesores el arte de amar, así como también las otras sesenta y cuatro artes y ciencias que se esperaba que conociera el discípulo del Tantra. Hoy, los hombres y las mujeres pueden aprender a enseñar el uno al otro, y el Tantra puede ayudarles. Podrían considerar el Tantra como una clase magistral de amor y de relación. En esta educación continua se guían el uno al otro y la experiencia puede ser extremadamente poderosa. Porque cuando se vuelve a encender el fuego de la mujer después de tanto tiempo, y es cuidado y alimentado por su pareja, los beneficios para ambos pueden ser grandiosos. Especialmente a las mujeres, el que sus fuegos apagados se aviven puede llevarlas a sorprendentes e inesperadas sensaciones. El despertar sexual de la mujer puede, a diferencia del propio hombre, propulsarla en su sendero espiritual. Los hombres practican el celibato y logran la iluminación espiritual, pero según los textos tántricos la iluminación de la mujer es facilitada por la carga eléctrica de la naturaleza orgásmica. Compartiendo sexualmente, una mujer activa una poderosa energía sexual/espiritual, su shakti, que entonces se libera hacia su cuerpo físico y hacia su psique, creando el ambiente para su despertar y su iluminación espiritual.
Una vez despierta la mujer, ambos miembros de la pareja se benefician. Aumenta en la mujer el placer y el deseo de hacer el amor, que podría ser incluso mayor que el posible placer y deseo sexual del hombre. El acto sexual tántrico promueve la salud y la vitalidad, y tanto el hombre como la mujer se benefician físicamente. Psicológicamente también es un arte sanador. Hay varias cargas negativas que pueden estar asociadas al segundo chakra (asociaciones negativas que vienen de la información de nuestros padres, de nuestras propias experiencias pasadas dolorosas, o de verguenzas que aprendimos en alguna parte de nuestro camino particular). Las prácticas tántricas pueden descargar el poder negativo en el segundo chakra, y al hacerlo crea enormes recursos de energía positiva disponible en todas las áreas de la vida, no sólo la sexual. Descubrirás una energía desconocida hasta entonces para tí, una energía creativa que refrescará tu mente, te fortalecerá y restaurará tu entusiasmo.
Aunque los historiadores difieren sobre la fecha exacta del comienzo del Kali Yuga, muchas autoridades creen que fue en el tercer o cuarto siglo anterior a la era cristiana, aproximadamente al mismo tiempo que el taoísmo llegó a su apogeo en China y el confusionismo empezaba a cobrar nueva popularidad. Lo que había sido un sistema político y social bastante igualitario empezó a cambiar. Si antes el emperador y la emperatriz gobernaban como iguales, ahora sólo el emperador era soberano. Similarmente, en el acto sexual tántrico taoísta el hombre empezó a asumir un nuevo papel. Aunque las técnicas originales tántricas requerían un intercambio de energías positivas y negativas, de yin y yan, igual entre el hombre y la mujer, el principio de la Edad de la Oscuridad vió como el hombre utilizaba la energía de su cónyugue para sus propios recursos y su longevidad, sin preocuparse de que ella se rehiciera. Por tanto, no es soprendente que la diosa prefiriera ponerse a dormir.
También en la India sucedió algo parecido: después de que el país fuera vencido por varias tribus guerreras, se dió un gran predominio de los hombres, cuya influencia acabó por imponerse a una sociedad que hasta entonces se había caracterizado por ser predominantemente matriarcal. Y por tanto esa fuerza que llamamos shakti, personificada por la diosa, dejó el poder que tenía y partió también hacia el ámbito de los sueños.
El amanecer de una nueva era
Ahora, al acercarnos a una Nueva Era, que el Tantra llama Satya Yuga, la Edad de la Verdad, vemos cómo los fuegos femeninos empiezan a brillar de nuevo. Creemos que la diosa comenzó a despertarse en los años setenta, durante el período que conocemos como Revolución Sexual, y aún está desperezándose. El interés de las mujeres por estar en forma física, por el ejercicio, por cuidar su salud, puede verse como una manifestación de ese desperezarse. Su cada vez mayor participación en la política, los negocios y el mundo espiritual es también una demostración de su aparición como una nueva fuerza en el mundo moderno.
Todo ello es movimiento que tiende a salir de la subconsciencia. Es movimiento hacia el mundo. La diosa abre los ojos. Sacude de sí la Edad de la Oscuridad; se sacude su sueño secular. Pronto saldrá a la luz, y su luz iluminará a toda la humanidad. Cuando esto ocurra, cuando las mujeres se despierten y se libere esta tremenda energía orgásmica al mundo, habremos llegado a la Nueva Era, la Era de la Verdad. Para las mujeres mismas, las diferencias serán tan grandes como la diferencia entre el día y la noche.
Por supuesto, una cosa es hablar metafóricamente, y otra hablar en términos reales. Esta cuestión del despertar de la diosa no es en realidad una cosa tan sencilla. Durante más de dos mil años de supresión, el fuego de las mujeres se ha enfriado. Ahora de pronto amanece la "Nueva Era", y las mujeres deberán haber evolucionado en muchos niveles, particularmente el sexual. No solo se espera que experimenten orgasmos fabulosos, además deberán ser múltiples. Esto es suficiente para poner nerviosa a cualquiera, especialmente a todas aquellas mujeres a las que no les es tan fácil experimentar orgasmos. "Eso está bien para la diosa", podría decir una mujer moderna, "pero y yo ¿qué?".
El hecho es que es preciso enseñar tanto a los hombres como a las mujeres a despertar la energía sexual de la mujer. Antiguamente, los tántricos aprendían con profesores el arte de amar, así como también las otras sesenta y cuatro artes y ciencias que se esperaba que conociera el discípulo del Tantra. Hoy, los hombres y las mujeres pueden aprender a enseñar el uno al otro, y el Tantra puede ayudarles. Podrían considerar el Tantra como una clase magistral de amor y de relación. En esta educación continua se guían el uno al otro y la experiencia puede ser extremadamente poderosa. Porque cuando se vuelve a encender el fuego de la mujer después de tanto tiempo, y es cuidado y alimentado por su pareja, los beneficios para ambos pueden ser grandiosos. Especialmente a las mujeres, el que sus fuegos apagados se aviven puede llevarlas a sorprendentes e inesperadas sensaciones. El despertar sexual de la mujer puede, a diferencia del propio hombre, propulsarla en su sendero espiritual. Los hombres practican el celibato y logran la iluminación espiritual, pero según los textos tántricos la iluminación de la mujer es facilitada por la carga eléctrica de la naturaleza orgásmica. Compartiendo sexualmente, una mujer activa una poderosa energía sexual/espiritual, su shakti, que entonces se libera hacia su cuerpo físico y hacia su psique, creando el ambiente para su despertar y su iluminación espiritual.
Una vez despierta la mujer, ambos miembros de la pareja se benefician. Aumenta en la mujer el placer y el deseo de hacer el amor, que podría ser incluso mayor que el posible placer y deseo sexual del hombre. El acto sexual tántrico promueve la salud y la vitalidad, y tanto el hombre como la mujer se benefician físicamente. Psicológicamente también es un arte sanador. Hay varias cargas negativas que pueden estar asociadas al segundo chakra (asociaciones negativas que vienen de la información de nuestros padres, de nuestras propias experiencias pasadas dolorosas, o de verguenzas que aprendimos en alguna parte de nuestro camino particular). Las prácticas tántricas pueden descargar el poder negativo en el segundo chakra, y al hacerlo crea enormes recursos de energía positiva disponible en todas las áreas de la vida, no sólo la sexual. Descubrirás una energía desconocida hasta entonces para tí, una energía creativa que refrescará tu mente, te fortalecerá y restaurará tu entusiasmo.
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